Cuando conocí el Campus Morelos supe que algo pasaba, vi a una mujer con guantes y cubrebocas que metía medio cuerpo a los botes de basura, tomaba fotos y notas. Poco después supe que se llama Dolores Reyes, es bióloga y es la administradora ejecutiva del Programa de Manejo Integral de Residuos Sólidos Universitarios con enfoque BASURA CERO (MIRSU B0).  

 

El principal objetivo de este programa es reducir los desechos que genera la UNAM en el Campus Morelos, hasta llegar a Residuos Cero. Por ello, desde 2016 se inició esta iniciativa que involucra al Centro de Ciencias Genómicas, el Centro Regional de Investigaciones Multidisciplinarias (CRIM), el Instituto de Biotecnología, el Instituto de Energías Renovables y la Unidad Cuernavaca del Instituto de Matemáticas. 

  

Al caminar por el Campus se encuentran distintas islas con botes de basura de diversos colores, como en otros lugares, pero aquí son realmente dispositivos de separación que usa, generalmente de manera adecuada, la comunidad del Campus Morelos. Después se ve a los distintos equipos que recolectan los desechos y los llevan a los centros de acopio separado con los que cuenta cada centro e instituto de investigación. Muchos de nosotros perdemos de vista lo que sucede después, pero a menudo recibimos información de los logros alcanzados. Entre ellos, que el principal resultado cuantificable es la captura de más de 95 toneladas cortas de CO2 equivalente, derivadas del reciclaje de 30 toneladas de residuos sólidos. Su principal resultado cualitativo es la participación de más de dos mil universitarios debidamente capacitados. 

  

El programa cumple los siguientes objetivos: 

Reduce el impacto de la disposición de los RSU que genera la UNAM Morelos. 

Es un ejemplo de compromiso con el ambiente. 

Dignifica y moderniza el sistema de gestión de RSU de la UNAM. 

Recupera subproductos para su incorporación a cadenas de reciclaje. 

  

Por lo anterior, es uno de los ocho finalistas de la categoría “Creando impacto”, del Premio International Green Gown Awards, que se otorgará este 6 de julio. Estos premios cuentan con el apoyo de la ONU Medio Ambiente y fueron establecidos en 2004 con el objetivo de reconocer las mejores prácticas del manejo de residuos universitarios. 

  

Sobre el equipo de trabajo 

  

En entrevista, la Dra. Nancy Merary Jiménez Martínez nos dice que el programa cuenta con dos coordinadores académicos, el Dr. Raúl García Barrios y ella, ambos investigadores del CRIM. Además, hay dos equipos, uno es el central, que está formado por los académicos mencionados y el coordinador de servicios administrativos del Campus, el licenciado Felipe Rosales, la bióloga Dolores Reyes, administradora ejecutiva del programa y María de Lourdes Ángeles Topete, que es la asistente de procesos. Quienes conforman “el equipo que toma decisiones, se equivoca y trata de hacer malabares para ver de qué manera continuamos”. Este grupo se apoya en el equipo extendido, conformado por los titulares de las entidades, el secretario administrativo de los organismos, el encargado de servicios generales, y quien realiza la difusión en cada entidad.  

 

El éxito del proyecto

 

En este Campus, los desechos no se revuelven. "Tratamos de garantizar que lleguen a donde deben llegar. Para eso, nos apoyamos en una asociación civil conformada por ex pepenadores. Vienen una vez al mes y se llevan nuestros residuos. Ellos los dirigen a las distintas cadenas de reciclaje", señala la Dra. Nancy Jiménez Martínez. 

  

En la Universidad hay muchos ejemplos de iniciativas de este tipo para separar residuos. Sin embargo, en este programa, el rasgo fundamental es la concurrencia de la academia y la administración, en un esfuerzo coordinado, por lo que una de las principales virtudes de esta iniciativa es la articulación de los dos grandes motores de la Universidad y a ello se debe la consolidación y fortaleza que ha alcanzado este programa.  

  

La doctora Jiménez comenta que este programa “se vincula con todos esos saberes, con todas las experiencias y conocimientos de nuestros colegas administradores del Campus, en cada una de las entidades que lo conformamos tenemos la contraparte administradora y eso es fundamental”. 

  

La comunidad del Campus 

  

El papel de la comunidad es fundamental, debe tener un compromiso importante. Sobre todo porque es compleja, difícil, ya que sus miembros están altamente especializados dentro de sus áreas. Sin embargo, esto nos limita a creer que necesitamos también especializarnos en qué residuo colocar en qué dispositivo. “Sus integrantes pueden ser nuestros más grandes aliados, pero también llegan a ser nuestros más feroces detractores porque quisieran que hiciéramos muchas más cosas. Además, el nivel de información que demanda nuestra comunidad exige mejores y mayores explicaciones que un público general”, comentó la Dra. Jiménez. 

  

Sobre la nominación y el premio 

  

La nominación a este premio internacional es un gran paso en la consolidación del Programa, porque le da visibilidad en todo el mundo. Con la nominación al premio, se gana la difusión de la experiencia como un caso de éxito replicable en cualquier otro espacio. “Saber que podemos traspasar las fronteras del Campus, sí que vale la pena. Que somos nominados como un proyecto capaz de generar impacto más allá del Campus, en corto tiempo y con pocos recursos, ya vale la pena celebrarlo”, señaló la Dra. Nancy Jiménez. 

  

Respecto a la nominación, indicó que “Nos llena de mucho orgullo y de mucha alegría porque es un reconocimiento a los esfuerzos que hemos hecho todos en la comunidad universitaria. Ha sido un trabajo constante que articula una dimensión institucional, que es el compromiso de los directores, de los titulares de las entidades que forman el programa para que permee de arriba para abajo y se vaya a todos los rincones.  Ha sido un esfuerzo también de la dimensión logística y operativa que está a cargo de nuestros colegas administradores, y de todo el personal de intendencia, que han unido todos los puntos, que han fortalecido toda la cadena logística para que aquel residuo que fue separado por el usuario en el bote, se mantenga así a lo largo de toda la cadena hasta que pueda valorizarse en los mercados de reciclaje. Ese esfuerzo es enorme y a veces pasa desapercibido. Mantener esa cadena es lo más importante del programa. Por último, y de manera paralela están los enormes esfuerzos que realiza el equipo por educarnos y capacitarnos en esta nueva práctica de manejo de residuos y que toman la forma de materiales de apoyo, infografías, videos o carteles diseñados por Lourdes Ángeles Topete y que se ensamblan con las actividades de capacitación y de entrenamiento continuo que son posibles gracias al trabajo de Dolores Reyes, estas tareas son importantes y permanentes para afianzar que la práctica y el dispositivo vayan juntos, para hacer el click entre esas dos componentes.”  

 

Se podría pensar que el Programa son los botes de separación, y están ahí. Pero implican otras tres dimensiones que no vemos, como el compromiso institucional, el compromiso logístico y de infraestructura, que son las operaciones cotidianas, además de la responsabilidad socioeducativa para el entrenamiento continuo en una nueva práctica. La Unidad Cuernavaca del Instituto de Matemáticas participa de manera comprometida en cada una de estas tres dimensiones del Programa. 



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