Directora General: Carmen Lira Saade
México D.F. Domingo 16 de diciembre de 2001
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Política
003n1pol ¤ Los documentos recién publicados, pruebas de la responsabilidad castrense en la matanza

Debe Fox abrir los archivos del Ejército, dicen líderes de 1968

¤ Coinciden en que la sociedad tiene que organizarse para exigir el castigo de los culpables

CLAUDIA HERRERA BELTRAN Y RENATO DAVALOS

Raúl Alvarez Garín, Raúl Jardón y Enrique Avila, ex dirigentes del movimiento estudiantil de 1968, coincidieron en que las fotografías y los documentos publicados sobre la detención de estudiantes, hace 33 años, son evidencias concretas y palpables sobre la responsabilidad del Ejército Mexicano en estos hechos, y deben servir para reabrir una investigación y castigar a los culpables.

Alvarez Garín, militante del PRD y director del periódico Corre la Voz, señaló que ésta es la muestra de que los archivos del Ejército Mexicano tienen mucha información que debe ser desclasificada, lo que, señaló, es responsabilidad del presidente Vicente Fox como comandante supremo de las fuerzas armadas.

En entrevistas por separado, coincidieron en que la sociedad tiene que organizarse para exigir el castigo de los responsables de la matanza de Tlatelolco y, a su vez, el gobierno debe tomar en cuenta que este tema sigue provocando interés y mucho dolor en distintos sectores del pueblo mexicano.

Alvarez Garín, quien en esos años era estudiante del Instituto Politécnico Nacional, consideró que es importante que a más de tres décadas de lo ocurrido se abra la información y se confirmen las versiones de los estudiantes, las cuales no fueron consideradas en su momento en los procesos judiciales ni en la vida política nacional.

En referencia a las declaraciones del senador Diego Fernández de Cevallos, quien consideró que el Ejército no debe rendir cuentas por los hechos del 68, porque muchas veces el poder político usó soldados, pero como instrumentos de una institución militar, dijo que no pasan de ser opiniones superficiales.

Lo que se necesita, señaló, es que se abran los archivos del Ejército, para que más allá de estas opiniones se investigue a los funcionarios que comprometieron a las instituciones nacionales.
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"Las salvedades que el propio Diego Fernández de Cevallos establece ya están cubiertas, y ahora no existe ningún impedimento, ni político, ni legal ni por razones de seguridad nacional para negarse a abrir los archivos. Esto es responsabilidad del presidente Vicente Fox", reiteró.

Explicó que es muy doloroso para quienes participaron en el movimiento estudiantil que después de 33 años no pueda dilucidarse un crimen de esas dimensiones, siendo que el reclamo de justicia se ha mantenido todo ese tiempo.

En opinión de Raúl Jardón, quien en esa época era dirigente estudiantil preparatoriano, estos documentos son evidencias concretas de todas las "falsedades" que entonces se dijeron para exculpar al Ejército, y también demuestran que los estudiantes tuvieron la razón en las denuncias que formularon en aquellos días.

El paso siguiente, indicó, es que se promueva una investigación para que se finquen responsabilidades y se castigue a quienes ordenaron y ejecutaron la matanza de 1968, porque no se puede decir que fueron instituciones, sino personas muy concretas quienes cometieron crímenes de lesa humanidad.

Jardón aseguró que ver estas fotografías le provoca indignación, pero también optimismo, porque en esos años nadie se hubiera imaginado que iban a terminar publicándose en los medios de comunicación, y que esto podría servir para investigar y castigar a los responsables.

Sin embargo, calificó de preocupante la difusión de estos materiales, porque pareciera que existe la intención de algunos políticos o militares que estuvieron involucrados en los hechos de buscar exculparse y responsabilizar a otros.

Enrique Avila, quien entonces estudiaba en la Escuela Normal Superior, señaló que estos testimonios gráficos son la mejor prueba de que el Ejército actuó con alevosía, premeditación y ventaja en un mitin de estudiantes que no iban armados, y que antes de la intervención de los militares habían decidido suspender movilizaciones posteriores.

Con las evidencias que se han publicado, dijo que la sociedad civil puede organizarse para exigir el castigo de políticos como Luis Echeverría, quien en esos días era secretario de Gobernación, y después fue responsable del asesinato de estudiantes, el 10 de junio de 1971, y de la guerra sucia en las décadas de los 70 y 80.

Las declaraciones de Fernández de Cevallos: "torpes y mentirosas"

Humberto Zazueta, preso en el Campo Militar Número 1 a finales de los 60, planteó que Fernández de Cevallos no tiene más que defender al sistema al que sirvió. La fiscalía especial, como muchas otras que se han creado, no resolverá nada. Tendría que conformarse una comisión de ciudadanos con autonomía y recursos para llegar al fondo de este asunto, sugirió.

Y el coordinador perredista en el Senado, Jesús Ortega, dijo que las declaraciones de Fernández de Cevallos son mentirosas y torpes. Es una "tontería" decir que fueron unos militares en lo individual quienes participaron en la guerra sucia; "el Ejército intervino como institución".

Zazueta, ex integrante del Movimiento de Acción Revolucionaria, quien fue aprehendido en Torreón y remitido al Campo Militar Número 1 en abril de 1979, para ser liberado en diciembre de ese año, dijo que no importa saber quién escribió la historia, si fueron de izquierda o no. Lo trascendente es que la realidad va imponiéndose poco a poco.

Aunque no se debe acusar al Ejército de manera genérica, no puede soslayarse que los altos mandos militares fueron los que aprobaron cárceles clandestinas o los que giraban órdenes a la Brigada Blanca para sus operaciones.

Incluso, Zazueta refirió que en su estancia en el campo todavía vio vivas a personas como Eduardo Hernández o Juan Chávez, quienes fueron "citados" recientemente por la PGR.

También confió en que el resto de panistas no hagan eco de los señalamientos de Diego Fernández. No es nueva esta postura, que sólo responde a los intereses del sistema al que sirvió durante mucho tiempo, dijo.

"El Ejército debe tener disposición para aclarar esos expedientes, en un ejercicio de autocrítica, pero pretender desconocer su participación es intentar tergiversar la realidad."

Ortega, entrevistado en el encuentro juvenil de Nueva Izquierda, que convocó a representantes de 20 entidades, también se refirió al paquete presupuestal y fiscal que se negocia en el Congreso. No haremos una reforma para "contentillo del Presidente, de la Concanaco o de la Coparmex"; estos últimos quieren una reforma, pero "en las vacas de su compadre", es decir, que el peso del ajuste recaiga en las clases más desprotegidas.


¤ Cronología oficial de los hechos conforme al reporte rendido por la PGR de la época

La matanza de Tlatelolco fue precedida por la orden militar de desalentar a los subversivos

¤ El secretario de Defensa Marcelino García Barragán y los generales Mazón Pineda y Hernández Toledo, en la línea de mando del operativo Galeana ¤ Hubo 2 mil detenidos

 ISRAEL RODRIGUEZ J. Y EMILIO LOMAS M.

Al enterarse de que el 2 de octubre se efectuaría un mitin en la plaza de las Tres Culturas y que, según información de agentes infiltrados en el movimiento estudiantil, en él se exhortaría a los participantes a marchar al Casco de Santo Tomás ?entonces en poder de los militares? para tomarlo, el secretario de la Defensa Nacional, Marcelino García Barragán, ordenó que la Segunda Brigada de Infantería, reforzada, montara un operativo al que se denominó Galeana, "para desalentar a los subversivos".

De la brutal represión que allí se dio, que marca sin duda el transcurso de una parte importante de la historia mexicana del siglo pasado, existen versiones encontradas de los testigos de la balacera, civiles y militares, así como la que en su momento dieron las autoridades.

En esta segunda entrega sobre los acontecimientos de Tlatelolco ?redactada a partir de los documentos oficiales que nos hicieron llegar a La Jornada, principalmente del informe rendido por la Procuraduría General de la República (PGR)?, presentamos parte de la cronología oficial de los hechos; el croquis con una vista aérea de la Plaza de las Tres Culturas, donde se advierte el fuego cruzado sobre los asistentes al mitin; los agrupamientos castrenses involucrados, y, sobre todo, la línea de mando de ese operativo.

Asimismo, publicamos nuevas gráficas de los detenidos en el Campo Militar Número Uno. Dichas fotografías se encontraron, paradójicamente, en Lecumberri, el antiguo Palacio Negro que fue la prisión donde estuvieron detenidos, como presos políticos, muchos de los personajes retratados, y que ahora es la sede del Archivo General de la Nación.

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El operativo Galeana

El 2 de octubre de 1968 se emplearon cuatro agrupamientos, entre ellos el llamado Batallón Olimpia, que originalmente fue creado para brindar seguridad a las instalaciones en las que se llevarían a cabo los 19 Juegos Olímpicos, así como a los atletas participantes.

La Unidad Blindada de Reacción del 12 Regimiento de Caballería, el 40 Batallón de Infantería y dos compañías del 19 Batallón de Infantería estaban bajo el mando del general de brigada Crisóforo Mazón Pineda. Además, el general brigadier José Hernández Toledo apoyaría el operativo con el Segundo Batallón Blindado de Reacción, el cual estaría acompañado por un batallón de Fusileros Paracaidistas y por el Primer Batallón de Infantería.
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El operativo Galeana fue reforzado con el Cuarto Batallón de Infantería, constituido por elementos de la Unidad de Blindaje y Reacción del 12 Regimiento de Caballería y por el 43 Batallón de Infantería, todos bajo el mando del coronel Armando del Río Acevedo. Y, en calidad de reserva, según el parte oficial de la PGR, estaba el Batallón Olimpia, bajo el mando del coronel de Infantería Ernesto Gutérrez Gómez Tagle.

Según consta en el mismo documento, el secretario de la Defensa Nacional ordenó que el operativo fuera auxiliado por la Policía Preventiva del Distrito Federal y por "otras corporaciones policiacas" no identificadas en el escrito.

La instrucción a la tropa, se señala, era "repeler las acciones de los grupos subversivos, en el caso de que se presentara una situación con armas de fuego, poniendo especial cuidado en evitar, en lo posible, desgracias de personas inocentes".

A las 18:20 horas, aproximadamente dos horas después de iniciado el mitin convocado por el Consejo General de Huelga, desde el puesto de mando, el general Crisóforo Mazón Pineda informó al secretario de la Defensa Nacional, Marcelino García Barragán, que se habían escuchado disparos de arma de fuego en la Plaza de las Tres Culturas, provenientes de los edificios que la circundan.
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En el parte de la PGR, el general Mazón Pineda declara: "Previa autorización de la Secretaría de la Defensa Nacional, ordené a los agrupamientos a mi mando dar cumplimiento a las tareas de desalojar dicha plaza y posteriormente aislar el área para facilitar la acción policiaca de capturar a los participantes en el tiroteo".

Los disparos, continúa el documento, obligaron a los integrantes de la tropa a cubrirse, y añade que se exhortó a gritos "a la gente civil para que despejara la plaza y evitara ser blanco de las balas que venían de los edificios contiguos". Asimismo, los soldados que participaban en el operativo "realizaron unos disparos al aire en tanto se localizaba el origen del fuego".

Localizados los lugares desde donde se disparaba, parte del personal militar "repelió la acción haciendo fuego sobre los balcones y ventanas desde donde se notaban los disparos, al tiempo que otra parte del personal militar canalizaba la salida de las personas atrapadas en la plaza, conduciéndolas a lugar seguro".

Un tercer grupo de soldados avanzó sobre el edificio Chihuahua, que según el documento de la PGR era donde estaba el grueso de "los tiradores emboscados".

El tiroteo se prolongó hasta aproximadamente las 23 horas y los disparos, añade el parte, provenían principalmente de los edificios Aguascalientes, Revolución, Molino del Rey, 20 de Noviembre, 5 de Febrero, ISSSTE, Chamizal y Atizapán.

Una vez controlada la situación, se ordenó a las unidades buscar a los fracotiradores, por lo que el "alto mando dispuso tomar definitivamente todos los edificios circundantes donde se encontraban apostados estos fracotiradores y proceder a tomar medidas de seguridad".
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Así fue como se puso a disposición de las autoridades civiles, "a 230 individuos capturados en el edificio Chihuahua, 130 más de los edificios Revolución 1910, Molino del Rey, 20 de Noviembre y Chamizal. En total fueron capturadas dos mil personas que concurrieron al mitin".

Sin embargo, el documento apunta que "a las 22 :15 horas el Ejército saca de la Plaza de las Tres Culturas a unos 500 detenidos y los forma frente al edificio Chihuahua, en espera de instrucciones superiores para trasladarlos al Campo Militar Número Uno". A esa misma hora, se agrega en el texto, "corre la versión de que en el lugar hay un número indeterminado de muertos y heridos".

Después de que se informó a los mandos militares que en algunos departamentos aún se observaban "movimientos sospechosos, se autorizó a catearlos con el apoyo de agentes de la Policía Judicial Federal, del Servicio Secreto y del Batallón Olimpia, de conformidad con la orden girada por el Juez Primero de Distrito".

Algunos de los detenidos durante ese operativo fueron enviados al Campo Militar Número Uno para ser interrogados; entre ellos se encontraban Sócrates Amado Campos Lemus, Eli de Gortari, Fausto Trejo, Heberto Castillo, Gilberto Rincón Gallardo, Gilberto Guevara Niebla (quien se identificó ante las autoridades con el nombre falso de José Santiago Díaz Cobarrubias), Luis González de Alba, Pablo Gómez y Florencio López Osuna.

Según la averiguación previa del fuero federal, en la zona aledaña a la Plaza de las Tres Culturas "se encontró una existencia de mil 81 bombas incendiarias, así como otros 69 artefactos explosivos. Asimismo, fueron recogidos del lugar tres submetralletas, 15 rifles, cuatro escopetas e igual número de carabinas, 41 revólveres, nueve pistolas escuadra, 77 cajas de cartuchos de diversos calibres, tres portacartuchos llenos, una cartuchera de lona con 19 unidades, un cargador con cinco cartuchos, dos juegos de vaquetas para limpiar armas de fuego, dos aparatos descapsuladores, otro para recargar, un radio receptor, unos binoculares y una pequeña balanza".
 

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Libro para exculpar al gobierno

En el documento de la Procuraduría General de la República sobre los acontecimientos de Tlatelolco, en octubre de 1968, hay un texto que explica el croquis que publicamos en la primera plana de esta edición; en él se explica lo siguiente:

"La visión objetiva del lugar en donde tuvieron efecto los hechos de la tarde y noche del 2 de octubre anterior, es precisada, mediante dibujos, planos y fotografías de los distintos ángulos de la Plaza de las Tres Culturas.

"El material que se utiliza es el más sencillo en cuanto a su expresión, para el mejor conocimiento del escenario.

"Mediante elementos fotográficos, se ve el lugar de los acontecimientos desde el centro mismo de la explanada; se fijan los ángulos de visibilidad de la plaza hacia los sitios elevados en donde se encontraban personas concurrentes al evento; casas habitación, en los edificios contiguos ?principalmente el edificio Chihuahua?, salones de clase de la Escuela Vocacional No. 7; azoteas y relieves del templo de Santiago Tlatelolco y de su ex convento anexo; se precisan los ángulos de visibilidad desde el edificio de la Secretaría de Relaciones Exteriores en sus distintos niveles etc. (...)"

El esquema del "libro oficial"

En otra parte del documento de la PGR se explica el temario de un libro sobre los acontecimientos del 2 de octubre, que presuntamente serviría para exculpar al gobierno de la matanza.

El esquema es el siguiente:

Se está preparando un libro para dar a conocer a los responsables de los acontecimientos de Tlatelolco.

Abordará los siguientes temas:

I. Actos preparatorios

 Reuniones previas

 Publicidad subversiva

 Invitación a la masa estudiantil

 El pretexto: el regreso o no a clases

II. Escenario de los acontecimientos

 La Plaza de las Tres Culturas

 Dibujos ilustrativos, planos, fotografías

III. Cronología de los hechos

 Preparativos de la reunión

 Organización y presidium

 Inicio del mitin

 Los oradores - la incitación

 La concurrencia: estudiantes, profesores, elementos no
[estudiantes (sic), mujeres, niños.

IV. Intervención policiaca

 La agresión, desde los edificios controlados por el Comité
[de Huelga.

 Intervención del Ejército

V. La averiguación - Deslinde de responsabilidades

 a). Confesión de los responsables

 b). El testimonio de los asistentes

 c). Exámenes periciales

 d). Las autopsias (trayectorias descendentes de las lesiones)

 Interpretación

Los responsables de estos lamentables acontecimientos no son elementos del Gobierno.


"Sin ver, los soldados nada más disparaban"

Da miedo y angustia al ver las fotos de detenidos en 1968: ex miembro del CNH

CLAUDIA HERRERA BELTRAN

Cuando Enrique Avila observa las fotografías de las detenciones de estudiantes en 1968 vuelve a sentir la angustia, la impotencia y el miedo que lo inundaron aquella noche cuando estuvo en el edificio Chihuahua y fue llevado a golpes al Campo Militar Número Uno.

Avila representaba a la Escuela Normal Superior en el Consejo Nacional de Huelga (CNH) y participaba en el mitin en la Plaza de las Tres Culturas, que terminó con la matanza y la detención de estudiantes.

Avila recuerda con claridad lo que vivió durante aquellas largas horas:

"Cuando los del Batallón Olimpia irrumpieron yo estaba en el tercer piso del edificio Chihuahua y vi que enfrente de nosotros, en el Eje Central, que antes se llamaba San Juan de Letrán, la gente se echó a correr y traté de bajar las escaleras.

"Los del batallón me recibieron con golpes y me obligaron a regresar hasta el tecer piso del edificio. Me quedé entre el tercero y el cuarto. Ahí pasé la primera balacera, que fue entre las seis y siete de la noche, y la otra entre las 10:30 y las 11:30. No recuerdo horas exactas porque nos quitaron los relojes.

"Tengo muy grabado cómo quedé en el descanso de la escalera, con decenas de compañeros. Eran dos los del Batallón Olimpia. Uno sacaba la mano por arriba de la marcolita y descargaba las balas sin ver. Cambiaba el cargador y lo volvía a hacer.

"En eso estábamos cuando dan el bazukazo contra el edificio. Hubo momentos de mucha tensión y uno de los del batallón gritaba desesperado: 'Aquí Batallón Olimpia, chingada madre, nos está disparando el Ejército'. Entonces todo el edificio se inundó de agua, porque se rompieron las tuberías.

"Después de estar encerrado varias horas en uno de esos departamentos que habían desocupado en Tlatelolco, me bajaron a golpes junto con otros compañeros. Los del batallón nos hacían valla en las escaleras y nos pateaban.

"Todavía recuerdo el ruido de la culata del rifle cuando nos golpeaban. La correa hace un sonido que tengo muy grabado. También la voz de los militares cuando nos daban órdenes.

"La llegada al Campo Militar Número Uno fue muy brutal. Los soldados nos estaban esperando con unas varas largas, como de hule, como de metro y medio, y con eso nos golpeaban mucho. Luego nos pusieron a correr en una cancha de basquetbol.

"Después nos metieron a los conyugales, celditas muy pequeñas donde los soldados reciben la visita de sus esposas. Ahí nos tuvieron incomunicados seis u ocho días. No lo puedo precisar. Perdí la noción del tiempo porque no hablaba con nadie. Todo lo que ocurrió ahí fue totalmente violatorio de nuestros derechos humanos y constitucionales.

"Estando en el campo militar, en la madrugada, sería como entre 4 y 5 de octubre, oí pasos, me acerqué a la puertecita por donde me pasaban la comida y de repente la abrieron. Vi del otro lado la cara del compañero Sócrates Campos Lemus y después lo quitaron. Un militar me dijo hágase para atrás.

"En cuanto cerraron la puertecita, me volví a acercar a la reja y escuché cómo Sócrates dijo: 'sí, sí es'. ¿Cómo se llama? -le preguntaron- 'No sé, es de la Normal', respondió y luego hicieron la misma operación con Eduardo Valle Espinosa. Ahí, Sócrates sí dijo: 'Es Eduardo Valle Espinosa, de Economía, de la UNAM'.

"Al día siguiente, cuando regresé del baño porque nos dejaban ir, vi que en una pared de mi celda estaban pintadas con gis las siglas del Consejo Nacional de Huelga. Después supimos que los que teníamos esas siglas en nuestras celdas fuimos trasladados a Lecumberri. Ahí estuve cerca de dos meses y salí libre bajo fianza a mediados de noviembre. Todo esto que viví ha marcado mi vida, por eso es impactante ver estas fotografías".


Asegura el general retirado que hay una campaña para desprestigiar al Ejército

En México no hubo guerra sucia y en el campo militar ni torturas ni desapariciones: Vallarta

¤ En Tlatelolco, en 1968, los militares cayeron en una trampa, afirma el legislador priísta

ROBERTO GARDUÑO Y CIRO PEREZ

"De ninguna manera hubo guerra sucia en nuestro país", replicó Alvaro Vallarta, general retirado del Ejército Mexicano. Al comentar las revelaciones que este diario dio a conocer ayer, el legislador del Partido Revolucionario Institucional (PRI) rechazó que en el Campo Militar Número Uno hubiera torturas y que se desapareciera a los estudiantes capturados el dos de octubre de 1968.

Entrevistado en la Cámara de Diputados, el general sostuvo que "no se debe comparar al Ejército Mexicano con lo que hicieron los ejércitos golpistas en América del Sur. En el contexto de la guerra fría, hubo un conflicto ideológico y armado entre jóvenes estudiantes, si queremos llamarlos así, y soldados. No hubo guerra sucia. Existió una confrontación, un conflicto armado, al que no se le puede llamar así, y menos que lo hayan hecho las fuerzas armadas. El Ejército, en pleno combate, rescató al candidato Rubén Figueroa. Murieron soldados en la lucha con Lucio Cabañas. A los militares les hicieron emboscadas. Hubo más de 200 soldados muertos".

-¿Por qué niega la guerra sucia?

-El término se está aplicando en México de un año para acá, con el objeto de desprestigiar instituciones. Hay una campaña para debilitarnos y no creer en la nación. Si hubo militares que incurrieron en delitos que se les castigue, porque aquí, en México, no existe la obediencia debida. Queda estrictamente prohibido al militar dar órdenes cuya ejecución constituya un delito. El militar que las expida y el subalterno que las cumpla serán responsables, de acuerdo con el Código de Justicia Militar, y en esto se incluye al mismo titular del Ejecutivo federal.

-¿Hay una campaña contra el Ejército Mexicano?

-El Ejército Mexicano ha sido ejemplar, ha sido garante del derecho. La filosofía de las fuerzas armadas es respetar los derechos humanos, cumplir con sus obligaciones. Es ser leal a las instituciones, al pueblo, hasta perder la vida. Eso no quiere decir que algunos militares no cumplan con su honor y cometan delitos de cualquier índole, pero son severamente castigados. El Ejército actúa dentro del marco del derecho. Al que se le encuentre culpable que le castigue, pero la institución, como tal, es otra cosa. Tiene que habercaja_2911_ex_35_si una diferencia entre lo que es Brigada Blanca y lo que es la institución. Aquí se le está viendo al Ejército como torturador, y eso es tratar de debilitar a la institución.

-Pero el Ejército Mexicano participó activamente en los hechos de 1968, ¿no es así?

-Vamos por partes. El Ejército Mexicano cayó en una trampa en Tlatelolco, aunque no se quiera creer. Sólo respondió a provocadores.

-¿Y el Batallón Olimpia?

-No, no. El Batallón Olimpia fue otra cosa. Se creó para defender instalaciones olímpicas, para dar seguridad, y se le encomendó capturar, porque esa era la misión, a los líderes estudiantiles. Era terminar con ese problema, capturar a los dirigentes, como se hizo. Hubo una trampa interna. La orden estaba clara en ese sentido.

-¿Entonces por qué conducir a los estudiantes al Campo Militar Número Uno?

-Al principio porque de ahí (del campo militar) se les conducía a las autoridades. Era un procedimiento que se utilizaba por falta de instalaciones suficientes; inclusive, se utilizó en 1957, y ahí mismo iban los agentes del Ministerio Público a levantar actas. Era de forma transitoria y para darle agilidad a aquello.

-Pero utilizar el campo militar propició muchas dudas. Se habló, desde entonces, de desaparecidos y de abusos del Ejército.

-Eso no quiere decir que no se hayan utilizado, la propia brigada o quien sea, las instalaciones para cometer ilícitos. Eso se tiene que investigar, pero de ahí a que la autoridad militar tenga la responsabilidad es otra cosa. Hay que cuidar las instituciones, y de eso tienen gran responsabilidad los medios de comunicación que no son muy objetivos y dan una información que confunde y engaña. Ustedes tienen una gran responsabilidad para no desinformar.

-¿Qué dice de los desaparecidos en el campo militar?

-Decían que se utilizó para incinerar cinco mil cadáveres. Me pongo a pensar que para cremar un cadáver se tardan tres horas y, en primer lugar, ahí no hay incineradores. En segundo lugar, y es lo más importante, dónde están esas cinco mil madres, porque decían que hubo ese número de muertos en Tlatelolco, o cuatro mil o tres mil. Tendríamos cinco mil, cuatro mil o tres mil Rosarios Ibarra de Piedra, que lucharían como las madres de la Plaza de Mayo en Argentina. Si alguien es culpable, que se le acuse.

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